A casi un año de su estreno en Netflix, la película Ya no estoy aquí es ahora todo un referente del cine nacional. Conversamos con la actriz Yesica Silva Ríos, quien interpreta a Priscila, mamá de Ulises en la cinta, sobre la recepción e impacto que tuvo en Monterrey y en el extranjero, el interés del público por las cumbias después de ver el filme y una que otra anécdota de su relación con la kolombia.
¿Cómo fue que terminaste trabajando como actriz en la película?
Yesica: Fue un encuentro fortuito. Un amigo mío que estaba en la ciudad de México me mandó un mensaje para decirme que un amigo suyo, que no conocía Monterrey, iba a hacer un casting para una película en donde no iban a solicitar a actores profesionales, pero que tenía que ver con el tema kolombia; y me preguntó que si yo podía llevarlo a colonias en donde hubiera kolombias, donde hubiera esta cultura, y le dije que sí. Ya de entrada yo sabía que no iba a haber actores, entonces nunca tuve la intención de actuar ahí, respeto las decisiones de los directores. Entonces empecé a convivir con él, a llevarlo a diferentes partes. Mientras íbamos de una colonia a otra, él me veía en mi papel de mamá porque en ese tiempo mi bebé era de meses. Y yo le platicaba, a manera de empaparlo de información, mi experiencia con la cultura kolombiana, lo que yo viví por mi hermana. Ella sí estaba muy empapada de eso y fue por ella que conocí estos ambientes: las pandillas, las peleas, las pistolas, la policía. Estuve ahí viviendo, no de primera mano, pero sí a través de ella.
Después me dijo el chavo del D.F. que él quería que yo audicionara y pensé que era para ayudarlo, porque a veces cuando encargan hacer una audición, le dicen al encargado “mándame diez castings”. Y bueno, pues lo hice para que él cumpliera con su número. Pasó mucho tiempo, tres meses yo creo, y me hablaron para un callback. Más o menos me produje. Me basé en una persona en específico e hice una escueta creación de personaje. Fui al casting y me plantearon una situación. Improvisé y sentí que al director le gustó. Me fui y otra vez pasaron meses y no supe nada. Pero recuerdo que yo ya tenía una fecha precisa para irme a unas funciones (de teatro) en Linares. Íbamos a ir dos semanas, entonces prácticamente era imposible dar función en Linares y regresarte. Y sobre todo cuando los llamados son muy temprano, como a las seis de la mañana, que te llevas todo el día. Entonces les dije “si pudieran apoyarme se los agradecería, pues tengo un proyecto. Pero si ustedes me dicen, no lo hago”. Pero no, no me avisaron, y dije que sí al proyecto. Apenas tenía como dos ensayos, cuando me hablan y me dicen “para confirmarte que las fechas son tal y tal”, y yo les dije “yo no puedo ir, yo voy a Linares”. Ahí más o menos como que negociamos y me convencieron.
La verdad yo no sabía. Nadie sabía las dimensiones que iba a tener la película. Aparte yo no suelo hacer eso, cuando yo tengo un compromiso así, difícilmente me echo para atrás, más siendo un amigo tan cercano. Entonces quedarle mal me dio muchísima pena y hablé con él en ese momento y le dije “discúlpame un chorro” y él me dijo “no hay problema”. No sé si no hubo problema en realidad, pero yo empecé a filmar la peli. Llegando al primer día de la filmación, me pude hacer una idea de lo que era: una gran producción, había muchísima gente. A la hora de la comida era maravilloso, porque había de todo para lo que quisieras. Obviamente son personas que le saben a su oficio y saben que a un actor lo debes de tener bien comido, bien descansado y todo eso. Sí nos cuidaban muchísimo. Ahí fue cuando más o menos me di cuenta de que “okay, va en serio”. Luego le pregunté a Fernando (el director), “¿para dónde la quieres mostrar?” y me dijo “no, la verdad el objetivo que yo tengo con la película es festivalearla”, y dije “ah bueno, entonces, si bien me va, la veré en la cineteca algún día” y así fue como llegué a la peli.
¿Cuál crees que sea la importancia o el papel que juega la música (kolombiana) en la película?
Yesica: Es básico, la música es un elemento que inmediatamente conecta. Digo, una canción que yo dedicaba hace catorce (años), la escucho hoy y me transporta inmediatamente. Creo que la gente que la siente tan cercana es la que vivió esa época aquí, aunque no hayan sido kolombias, sabían que existían. Sobre todo, la música hace todo más entrañable.
¿Crees que la película representó bien la cultura de la música kolombiana?
Yesica: Sí, porque hay mucha verdad en la película. Supongamos que Fernando tenía una base, pero él es un director muy sensible, muy generoso y cercano. Él realizaba dinámicas de integración, y siempre estuvo presente. Entonces, muchas de las anécdotas que cuentan los chicos, cada uno de los Terkos ahí en la película, fueron verdad. Se lo contaron a Fer y él encontró la manera de entramar; pero es verdad: hay mucha verdad en la película. Dudo que él lo haya vivido en carne propia, pero es como si realmente le hubiera pasado. Me siento muy satisfecha con su trabajo, lo reconozco y lo admiro bastante. Tanta cercanía que él propició es lo que se ve en la película. Es la verdad que llevaban ya intrínseca, y lo que hizo conectar con el público.
Mencionaste que muchos actores actuaban como si fuera su propia realidad; ¿crees que tu papel, como mamá, haya sido igual?
Yesica: la verdad, yo no me sentía capaz. Fue un reto. No fui la única: había más señoras que estaban haciendo casting, y que no eran actrices. Entonces mi temor era cómo le iba a hacer yo para tener ese nivel de verdad, para quitarme todos los años que llevo actuando. Porque generalmente los actores nos empezamos a llenar de vicios, que luego si te dicen "actúa", tú (sarcásticamente): "ah, sí, yo soy", como muy sobreactuado. Se nota cuando alguien es actor o no, y ése fue mi temor, mi objetivo.
¿Cómo ves que fue la recepción que tuvo la película aquí en Monterrey?
Yesica: De esperarse mucho. No me sorprendió, la verdad. Yo tengo una teoría. Si analizamos un poquito y observamos, creo que tenemos una cultura bastante judía, ¿no? Hablando del cliché judío, que es gente que siempre está buscando cómo hacer lana, cómo trabajar, y ahorrar… Entonces, al crecer en la ya tan nombrada y trivial frase de “cultura trabajadora”, siempre estamos, o nos enseñan, en mi contexto social de clase media baja, a que debes de trabajar para tener más. Y demostrar que hay más. Y si no te alcanzó el domingo para comprar un corte (de carne) pues mejor no tomes foto de que es una flecha, uno de los cortes más baratos. Siempre tienes que tomar la foto del rib eye, para que todos vean que le echaste ganas. Creo que el hecho de ser pobre, para el regio, significa ser huevón. Como si realmente fuera por una decisión de “yo pos’ nací pobre porque quiero”. Creo que va por ahí. Es un issue del contexto sociocultural-económico. Pero no es que no les guste la música kolombiana, o que se avergüencen de los pelos. Es que se avergüenzan de la pobreza, quieren evitarla; por eso pintan las casitas de colores, para que digan “¡Ay, mira! Los pobres tienen casas coloridas y no está tan jodido el pedo.” Eso es lo que cala. No lo justifico, pero creo que va por ahí.
En tu circulo, ¿ves que la reacción fue más positiva o negativa? ¿O cómo dirías tú?
Yesica: Localmente, creo que puede haber un censo difícil. Pero saliendo de Nuevo León, realmente es otra cosa. La gente no se clava en “ay, hay pobres en Monterrey”. No, la gente (foránea) realmente es tocada por esta película, la admiran y la ven como una pieza de arte. Y bueno, para que Netflix le tenga una etiqueta que dice “cine de arte” y que haya estado un par de semanas en el número uno, la verdad, dice algo. Pues imagínate: Almodóvar, Del Toro, y Cuarón hablan de ella. Ya lo que le cale a la sociedad regiomontana serán cosas que cada uno tenga que revisar en su cabeza y también con su psicólogo. Creo que, a fin de cuentas, yo estoy contenta con el resultado y con la recepción que ha tenido en el mundo.
¿Crees que más gente se haya interesado por las rebajadas después de ver la película?
Yesica: Sí, claro. Los que en su momento eran kolombias y luego ya no lo fueron, creo que son los de mi generación, buscaron, no hacerse el corte como tal, pero más o menos patillas. A los que lo vivieron, les dieron ganas de regresar y a los que no lo fueron, la descubrieron. Descubrieron la cumbia y les prendió. Yo creo que sí fue por la peli que mucha gente de pronto se involucró con la música kolombiana.
Esta entrevista fue realizada por Yulissa de Jesús Álvarez, Leticia Bastida y Claudia Nieva Treviño.
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¡Muchas gracias por compartir la valiosa entrevista! ¡Me gustó mucho!